LA VACUNA QUE DEBEMOS BUSCAR


INTRODUCCIÓN

Tenía varios días pensando qué hacer con “algunas” ideas, figuras y proyectos que llegaban a la mente pero no terminaban de concretarse. Bastó –para estar más seguro de cuanto debía yo hacer– la Biblia que me regaló mi hija Flor Karina hace dos días; el 13 de marzo de este año 2020, el mismo día en que se conoció el primer caso del Covid 19 en Venezuela.

La forma definitiva del proyecto se resume en pocas palabras: redactaré los puntos de vista que me han llamado la atención desde hace algún tiempo respecto de ciertos tópicos del mundo, y la forma que veo cómo son tratados en la Palabra de Dios.

Deseo aclarar que las palabras del contenido de los artículos o puntos varios que yo redacte contienen solamente mis apreciaciones personales, los que procuraré, en todo momento, sustentar con los variados versículos bíblicos. Sin embargo, tal sustento no será posible en aquellos contenidos donde solamente mi percepción será la guía, esto, por cuanto las respuestas no están en forma directa en la Biblia. Por ejemplo, cuando me refiera a las causas de que algunos reyes que se comportaron muy bien delante de Jehová, tuvieron hijos muy malos y contrarios a los designios de Dios. Casos en los cuales procuraré estar muy apegado a los parámetros bíblicos al momento de emitir cualquier afirmación.
Carlos A. Zambrano R.


LA VACUNA QUE DEBEMOS BUSCAR
Desde las primeras páginas de la Biblia encontramos la rebeldía del ser humano; la cual se vincula con el alejamiento del hombre respecto de la Palabra de Dios.
También desde las páginas iniciales de las Sagradas Escrituras podemos leer innumerables pasajes en los que el Señor expresa la molestia que siente al ver a sus hijos hundidos en el pecado

Y, por supuesto, somos testigos de las muchas oportunidades que Jehová Dios concede de manera reiterada a los pobladores del mundo para que corrijan sus conductas

En definitiva, pecado, perdón, otro pecado, otro perdón y, un posterior castigo es el relato repetido en muchas páginas bíblicas, ahora, surge la obligatoria interrogante: ¿si sabemos, si nos consta, que luego del inmenso pecado viene el castigo de Dios, por qué proseguimos en tales actos rebeldes?

Bueno, cuando hablamos de “pecado” no podemos caer en la ceguera de decir que solamente el homicidio, el hurto y el robo son los pecados únicos, pues, lo que sale del corazón, de los labios, las críticas, las quejas, las envidias, el no educar a los hijos con conocimientos cristianos, los falsos rumores para que los demás de preocupen… y otros muchos de tal estilo, representan elementos muy bien confeccionados que pertenecen al mundo del pecado.

Es decir, son hechos sancionados hoy día. Y, por supuesto, uno de los males mayores de nuestras sociedades: la idolatría. Esta ha alcanzado topes gigantescos de popularidad en el mundo, así, se idolatran cantantes, deportistas, músicos, presidentes, pastores, animales. Los cuales desalojan a Dios del papel rector y director de las almas. En consecuencia, el castigo se encuentra en todo terreno.
La solución está a la mano: que abramos los ojos y los oídos para darnos cuenta de cuanto estamos haciendo en contra de los designios de Dios, luego arrepentirnos y volver a mirar a Cristo como un amigo para poner toda nuestra confianza en Él. Esta es la mejor vacuna para erradicar el sufrimiento causado por nuestras torpes acciones.






Carlos A. Zambrano R.
15 marzo de 2020

 

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